jueves, 1 de mayo de 2008

Londres 2008 Summary por Comb

Titular: ¡Qué gozada de maratón!Sí, una gozada a pesar de los tiempos. Creo que estábamos (o al menos yo) muy obsesionados con las PBs y a veces nos olvidábamos de disfrutar a fondo las maratones. Esta ha sido un verdadero disfrute. Desde el viaje con los de Marathinez, una gozada de organización y de grupo: gente maravillosa esta que corremos maratones, un señor de 72 tacos que empezó a correr a los 67 y se marcó un 4h30 en Londres, un tal Alfonso que a la pregunta de Carca sobre "¿cuántos maratones llevas?" le contestó: "¿en este año?" (je, llevaba Sevilla, Valencia, Barcelona, los 100 kms de no sé donde y ahora Londres y el 27 el Mapoma), varios que llevaban más de 60 a sus espaldas y que tenían 60 años en sus piernas... Una gozada.Lo segundo el grupo, la ampliación con Angel Serrano y su mujer Carmen. Otro gran acierto.Por último, la carrera. Preciosa y con un nivel espectacular de animación desde el minuto 1 y en cada rincón, incluso bajo la intensa lluvia. Salimos cada uno a su bola, Carca en vanguardia y Adela cerrando el grupo. Cepeda y yo desde el cajón 2 de los de a por 3 horas (ahí no es "ná"). Muy colorido y lleno de disfraces. Con nosotros corría un tipo vestido de botella que menos mal que en la milla 6 (si tan lejos) se paró a que le entrevistaran de una tele que si llega a meta antes que nosotros me da el pasmo. Corrían masais con lanzas y escudos, paisanos en pelota picada, otro por el Tíbet libre en tanga que ha salido en las fotos oficiales con Nacho... Lo dicho. Una maravilla.La carrera es más dura que Berlín pero es asequible, con ligeros toboganes todo el rato. En la milla 12 se cruza el Tower Bridge y es una verdadera gozada de paso, de vistas y de todo. Anima hasta el más cansado. Después corres en paralelo con la élite 8ellos hacia la milla 19/20 y nosotros hacia la 13). Chulo lo de tener a Limo, Lel, Baldini, Ramala y cia a 1 metro, muy chulo. Allí empezó a llover y granizar... y cojimos algo de frío. Peor fue que cuando dejó de llover al cabo del tiempo se nos enfriaron los músculos y nuestros amigos los calambres nos vinieron a molestar (a mí en los isquios y a Carca ni me acuerdo). Mi primer calambre fue en el 20 (la milla) y aquí el amigo Cepeda ni corto ni perezoso se dió la vuelta y me dijo "que no, que te espero". Flipé y segí hinchado y henchido de valor, ¡qué gusto!. Estuvimos haciendo la goma un par de veces Nacho y yo (más yo que él, todo hay que decirlo) hasta que me quedé descolgadillo antes de doblar el río y enfilar a St. James y ahí que al fondo veo, donde se supone que estaban las chicas, una bandera de España y a un tipo que se acerca a por ella. Tate, Cepeda. Y ahí otro estímulo: a este le pillo y entramos juntos. Y dicho y hecho. Juntos entramos, a 3:35:12, clavaditos.

Londres 2008 por Peregrino

Ya tenemos el séptimo en la buchaca. Quien me lo iba a decir hace sólo cinco años, cuando veía pasar de lejos a esos marcianos de Mapoma, y no entendía a Cami cuando me hablaba de machacarse corriendo. Qué buena decisión la de empezar a correr, y qué suerte tener amigos en aquellos momentos que estuviesen también empezando!Bueno, pues nada, paso a glosar mis recuerdos de este magnífico maratón.El entrenamiento muy bien. Después del desastre de la preparación de Berlín, reaparecimos en los 10km de Canillejas. Estábamos empezando la preparación, pero mi hígado ya había olvidado el exceso de vitaminas (malditas vitaminas), y mi cuádriceps la sobrecarga del mes de septiembre. Pero hete aquí que a los amigos Bañon se les ocurrió celebrar una pequeña cena la noche anterior a la carrera, para ver las fotos de Berlín. Por hacer la historia corta, la noche se complicó, percebes, jamoncito del bueno, y otras viandas, regadas con buen vino y algún mojito. Buena música que hizo que incluso un torpe como yo se desmelenase, y cerrase chez Bañon a las 5 am. Por suerte, Canillejas es de las pocas carreras que empiezan a las 12, así que a las 930 estábamos como un solo hombre el núcleo duro, Mr. Cepeda, Comb y servidora en el punto habitual de encuentro. Lo pasamos en grande, acompañando a Pili en su intento de rebajar los 50’ (se quedo al borde…).Después vinieron Aranjuez (me quedé a un segundo de mi PB), y San Silvestre, bajando también de 40’, con muy buenas sensaciones y corriendo siempre con gente del Boston. En enero corrimos los 15km de Tres Cantos, obteniendo PB y acercándome mucho a la hora, y después otra PB en Getafe, parando el crono muy cerca de 1:26. Por último la gran carrera del San Patricio, donde tuve la fortuna de correr con Kalinga (bueno solo un ratito), y con el incomparable Mildo, que me permitió fardar delante de mi hijo al quedar segundo (por cierto, gran podio del Boston, con Olivia y Maytita copando las primeras posiciones también en chicas: lástima de Cami ese día que estaba con trancazo –está visto que está gafado en esta prueba). Las sensaciones eran muy buenas, con gran confianza. Un pequeño catarro y unas molestias en el adcutor derecho fueron las únicas incidencias reseñables. Por lo demás entrené estupendamente, con 4 sesiones a la semana, y no con mucho volumen, es decir, la semana más bestia no llegué a los 65km. Las últimas semanas en la CdC fueron muy buenas, entrenando con los parisinos y los maponianos. Vamos, que me fui a Londres con una confianza descomunal, sabiendo que el maratón es una bestia que todavía no domino, que depende de multitud de detalles, pero con la satisfacción de tener el deber cumplido. Dejaba atrás 900 km de rodajes, series, tiradas…Nos embarcamos hacia Londres el viernes, antes de que abriesen el aeropuerto (5 am). Gran organización por parte de Luis Hita (Marathinez). Muy recomendable. Gente encantadora, viajas con fisio (y gran tipo, Glenn), buenos hoteles y la organización siempre pendiente de cualquier detalle que necesites.La feria del corredor de Londres es solo regularcilla, pero nos pasamos la mañana. Por la tarde algo de shopping, vuelta por Londres y cenita en Lucciano, un italiano con unas fotos curiosas.Sábado por la mañana a esponjar 30’ por el parque de San James otra vez algo de shopping, y concentración en el hotel a partir de las 1400. Me gustan esas tardes tranquilas, de charloteo, donde estás con amigos a los que les espera lo mismo que a ti. La cena de pasta también fue un gran acierto, buena calidad del buffet, con los compañeros de fatigas. Coincidimos en la mesa con un chaval de 28 años, Alfonso. A la típica pregunta de cuantos maratones has corrido respondió con un sorprendente ¿este año?, y es que Londres era su cuarta del 2008, además de haber corrido entremedias una de 100km y pensar en terminar Mapoma…Esa noche conseguí dormir bastante, desde las 10 hasta las 5. Casi ni me enteré cuando llegó Susana del musical…Llegó el gran día: Me desperté naturalmente antes de que sonase el despertador. Me vestí, con la ropa previamente preparada con mucho cuidado el día anterior, y vi por la ventana que no llovía. Bajamos a desayunar puntualmente a las 6, después de hacer la tabla de abdominales. Papilla de 8 cereales con miel y un plátano. Me sienta de maravilla. Me encuentro de lujo. Chequeo piernas, estómago… todo va como un reloj. Adelita está nerviisa, es su primer maratón. Me alegro de volver a ver a Cepeda en la partida, sin lesiones. Luisete también tiene buena pinta. Angel, a pesar de su última lesión también está optimista (qué tío más entusiasta, da gusto!)Llegamos puntualmente a la campa, a las 730 más o menos. Gran ambiente, no se ve una nube en el cielo, y la temperatura es muy buena. Luis se hace fotos con todos los frikis del lugar (bastantes), y después de casi dos horas (ha dado tiempo a que aparezcan las primeras nubes), nos vamos al cajón. Besos y abrazos con Adela, en el penúltimo momento emotivo…A las 945 puntualmente salimos. Luis y Nacho por delante. Salida limpia, a pesar del mogollón que somos. Corro bastante a gusto desde el principio. Antes de la primera milla paso a mis dos amigos y me voy, Solo me preocupa controlar las pulsaciones. El terreno es ligeramente ondulado, y como en la milla tres hay una buena bajada. Las pulsaciones están controladas (un pelín por encima de 155). Paso la milla 6 en 46 min, con buenas sensaciones, y en compañía de un notario extremeño, que me adelanta sobre la milla 8. En la nueve nos esperan nuestras chicas. Como siempre es un momentazo. Ahí están, guapísimas, animando y saltando, con las banderas al aire. Las sensaciones siguen siendo estupendas. Bajo un poco el ritmo, para acompasar las pulsaciones. Hacia la milla 11 empieza a llover, justo cuando me adelanta un tipo medio en pelotas, con una inscripción en el culo “freedom” en un cachete “tibet” en la otra. Gafas enormes blancas. El tío debió acabar agotado, pero de los brazos, ya que no paraba de saludar… Levantaba pasiones.La lluvia es de gotas gordas y frías, aunque la temperatura es buena. En el medio maratón (que paso en 1:41), me tomo el primer gel, que me sienta bien. Llego al 25 con algo de frio, pero sin bajar mucho más el ritmo (todavía por debajo de 5). Pero a partir de ahí empiezo a notar unos calambres en el aductor izquierdo. Primero son leves, pero cada vez más incómodos. Sin embargo el gel hace efecto (o eso creo), y me vuelvo a encontrar bien, aumentando el ritmo. Me tomo en segundo gel en la milla 20, y este ya me sienta mal. Se me revuelve el estómago, pero pienso que sólo quedan 6 millas, 10 km, y además voy muy concentrado. Me tengo que parar a estirar el aductor (y me doy cuenta que solo me acuerdo del ejercicio que es sentado en el suelo, y no me parece propio). Llego a la milla 21, y sigo corriendo. Antes de la 22 ya me paro una vez (breves segundos) a andar. Pero ya voy tocado. Desde la 23 (me tomo el último gel, sabiendo que tenía mucho riesgo…) ya no puedo correr mucho. Corro, ando, corro ando, pero cada vez son más cortos los tramos de correr. Pasado el 24 me adelanta un tal Miguel, de Burgos. Vamos tío! Me voy con él unos metros. Me dice: venga que a 8 la milla llegamos. No puedo seguirle, pero vamos haciendo la goma unos metros. El km 40 lo paso en 3:20, y me digo a mi mismo que si aprieto hago 2 km a 5 y bajo de 3:30. Pero es imposible. No puedo correr más que unos pocos metros y andar. En el 41 vuelven a estar las chicas. Reúno las últimas fuerzas para pasar corriendo. Ahí siguen animando y sonriendo, qué lujo de afición! Cuando creo que no me ven vuelvo a andar. Queda menos de 1000 metros, pero no puedo, Veo el cartel de 600m, el de 400, pero no soy capaz de arrancar. Solo en la recta de meta, al ver uno de los colegas de Marathinez, con su camiseta española, que me pasa, intento irme detrás de él. No le cojo, pero “esprinto” unos 80 metros, lo que me sirve para acalambrar todos y cada uno de los grupos musculares de las dos piernas. 10 metros más y me pego un guantazo. Me hago la foto con la medalla, y ando como espíritu en pena hasta recoger la bolsa (grandiosa organización, me la preparan antes de que llegue). Vuelve a llover y hacer algo de frio. Busco el árbol de reunión. Mi primer recuerdo es el de Nacho y de su cara de tristeza cuando ve en el reloj que le enseño la marca. No la he rebajado. Le pregunto y me dice que ha entrado con Luis en 3:35. Me alegro por ellos, y también de no haberles visto cuando me adelantaron –sobretodo de que no me hubiesen visto ellos, ya que hubiesen perdido algún minuto seguro-. Ahí está Carmen, que me abraza y me besa. Me tengo que tumbar, y el notario me sube las piernas. La verdad es que me encuentro mal, me duele todo y tengo revuelto el estómago. Susu y Miri me sirven de muletas. Enseguida me cogen Luis y Nacho y nos dirigimos hacia un puesto a que me de esturen algo. A mitad de camino nos dicen que vamos en sentido opuesto. Les digo que me voy al hotel. Me da pena no quedarme a ver a Adelita, pero estoy “matao”. Susana me hace de bastón, y en poco tiempo llegamos al hotel. Paso de la reglamentaria ducha con agua fría y me la doy con toda la temperatura que da la ducha. Me acuesto una horita y me levanto como un pepe, con hambre y todo.El resto ya lo han descrito mis amigos en sus crónicas respectivas. Me voy de Londres encantado a pesar del sufrimiento (o quizás gracias a él… esto es el maratón!!!). En el pensamiento solo una consigna para el maratón de otoño: hacerlo en negativo, es decir, la segunda parte más rápida que la primera, y si es posible hacer un gran último 10.000. Lo necesito para ganar a esta bella carrera!!!!Gracias a todos los que leáis esta crónica, no por leerla, sino porque casi seguro que habéis sido parte de ella, de una manera u otra. Es más, seguro que sin vosotros, esta crónica no hubiese existido. Hasta la próxima!

Mapoma 2008 desde la barrera

De vuelta a Madrid, después del glorioso sábado lisboeta toca concentrarse para Mapoma. Tradicional reunión en la puerta del Ayuntamiento (antes Correos) a las 745. Voy con Alf jr. al que le hago pegarse un madrugon para acompañarme antes de dejarle en su entrenamiento. Está el Boston casi al completo. Pedazo de club sres. Hay bastante más gente que va a animar que los propios héroes del día. Abrazos, risas nerviosas, fotos. Intento de planificar los relevos. En mi caso infructuoso. No sé a quien acompañaré, pero al menos tengo claro que iré a Lago, a ver a quien me da tiempo de acoplarme. Según me bajo del metro veo a Comb haciendo fotos, y en ese momento llega Angel Z. solo. No lo dudo y me voy con él, con la incosnciencia de no saber si le podré aguantar mucho tiempo. Le pregunto si me quiere a su lado, y me contesta que siempre que no me ponga por delante encantado (qué mala fama tengo...). Los primeros metros son el duro repecho de salida de la CdC. Incluso para Angel es una sorpresa. En seguida llegamos al km 30, y Angel no para de hablar. Le digo que se calle que eso debo hacerlo yo, pero me dice que no puede callar no debajo del agua. Qué bestia! Va rodando fenomenal, pero los dos sabemos que en ese momento empieza el maratón, que además el genio que ha diseñado el de Madrid ha decidido hacer coincidir con la altimetría más baja. Es decir, que solo queda subir y subir! Angel se encuentra con bastantes amigos alos que saluda. Yo no estoy habituado a ir tan delante en esta carrera, así que no conozco a nadie :-). Los km pasan entre 4:40 y 4:50, con alguno a 4:31... Angel va sufriendo como un campeón, pero no deja de hablar (aunque quizá un poco menos, para ser franco). Llega la subida desde Mendez Alvaro (para matar al diseñador del maratón) hasta Atocha. Ahí esta Cesar animando. No paramos de pasar gente (reconozco que a pesar de las indicaciones me pongo un poco delante y tiro levemente). Animo a la gente a que aplaudan, y Angel lo hace con más fuerza (impresionante). En el Atocha vemos a Pochola, Carmen y Jesús Lazaro, otro subidón, aq falta de 3 km (media vuelta al Retiro no paro de decirle a Angel). Veo a Boni con el chandal, mala señal, no ha debido acabar. Sólo queda la maldita subida de Menendez Pelayo, que hacemos incluso por debajo de 5. Km 40, ya lo tenemos, Angel incluso aprieta, antes de que nos encontremos con la sonrisa de Nurieta, animando a las puertas del Retiro. Ya se ve el 41 al fondo, antes de girar por Alcalá. Entramos en el Retiro (Angel incluso se para a besar gente), y ya no hay quien le pare. Me cuesta incluso seguirle en los metros finales. Para el reloj en 3:16 pelados (quien sabe si incluso verá el 3:15), y con unas sensaciones que ya las querríamos otros para nostros en algún maratón. ENHORABUENA ANGEL! otro más a lña buchaca, y con un gran tiempo. Enseguida vemos al Aguaverde Juan, al impresionante Juanki, que ha machacado en más de 12 min su marca para pararla en 3:19. A la salida un buen grupo del Boston, con caras de satisfacción (y cansancio, que caray). Mención especial para el reportero Comb, que con Cepeda se ha pegado una buena panzada de kms haciendo fotos!. ENHORABUENA A TODOS MARATONIANOS!!!!

Cronica del 70,3 desde la barrera

Este fin de semana me ha tocado seguir los toros desde la barrera. ¡Y cómo he disfrutado!
Primero en el 70.3 de Lisboa, acompañando a Mildo, Jordi y Guillermo, además de a otros 500 héroes que se batieron el cobre en esta dura prueba. Lástima que el Kraf Maga se interpusiese en el último momento entre el gran Cami y esta bella prueba. Pero para mi fue como si la corriese. De hecho embarcar a la gente tiene su mérito, y estar constantemente animándoles con el ejemplo hace que para el resto de la humanidad el participar en la prueba sea insignificante. También he disfrutado mucho viajando con él, como hacía muchos años.
Pero vayamos al grano. Llego a las Docas el viernes por la tarde, donde me encuentro a Cami con la sección catalana disfrutando del tiempo y de unas cervecitas. Allí están Jordi y Guillermo, acompañados de Ana y Beti, sus escuderas en esta ocasión, y de Albert y Toni, debutantes también en la distancia.
Tras una vuelta por el centro comercial vamos al encuentro de la familia Torres, con el ya famoso Don Gines y Mila a la cabeza. Nos tomamos una cervecita con Mildo y Pili y nos encaminamos al restaurante (italiano por supuesto), donde reuniremos todas las secciones del viaje en torno a suculentos platos de pasta. Mi primera sorpresa es ver como esta gente del 70.3 debe estar hecha de otra cuña. A diferencia de los maratonianos puristas, ahí siguen a las 11:30 pm, cerrando el restaurante. Y sólo quedan 6 horas para que toque diana!!! Igualito que nosotros en Londres, que estábamos recluidos en el hotel desde las 2:00 pm y en mi caso me acosté antes de las 9:30... A ver si va a ser ese el truco...
A las 6:00 am estábamos puntuales Mildo, Pili, y yo en el desayuno. Cami había decidido darnos una hora de ventaja, ya que no cambió el reloj y se pasó dando vueltas por el hotel desde las 5:00. Ya se notan los nervios precompetición, y nos encontramos con otros atletas (alguno de los cuales habían corrido en Londres, como Blanca y Jordi) a los que nos comprometemos a animar también.
Bajamos hacia los boxes y Mildo está hecho un manojo de nervios. No para de correr para arriba y para abajo. Nos encontramos con Lastra y con su novia, y en los boxes con Jordi y Guillermo. Claramente hay nervios por doquier. Se acerca la hora (las 8am), y cada vez hace más calor. Pienso que la carrera a pie puede ser un infierno, si sigue así (recuerdo la media que hice hace tres años con Comb y Cepeda, en la que sufrimos de lo lindo... y era sólo una media!).
Pum, todos al agua para el primer 1.9. Sale primero del agua el waterpolero Guillermo (la experiencia es un grado), seguido de Lastra, Mildo y Jordi. Todo va bien, y se encaminan a las bicis. Ahí estamos con la bandera rojigualda por capa (me daba la impresión de ser superman), animando junto a Gines, Mila, Pili y Cami. Una, dos... cuatro vueltas a un circuito de 22 km para completar los 90 reglamentarios. El calor cada vez aprieta más, pero nos da la sensación que en bici no debe molestar tanto. Mildo entra a unos 8 minutos de Lastra y ligeramente por delante de Guillermo, Jordí un poco más atrás. Empieza lo realmente duro. Debe hacer más de 32 grados (como me recuerda en este instante mi dolorida piel, que acabé como un cangrejo, o como un guiri en Torremolinos un 2 de agosto), y no se mueve una gota de aire. La carrera a pie (media maratón) es a lo largo de un recorrido de 5 km al que se le dan 4 vueltas, lo que facilita que nos aprendamos mogollón de corredores españoles que pasan por delante nuestro cada treinta y tantos minutos. Los ritimos son cada vez más agonizantes. No hay una sola sombra en el recorrido, que además tiene un suelo empedrado, o con tablas deslizantes. Mildo recupera el terreno perdido enseguida, Lastra sonríe en cada vuelta. Guillermo va muy concentrado, y Jordi anuncia que no sabe si acabará en la primera vuelta... El resto son los trescientos o más españoles a los que tampoco dejamos de animar. Detalles bonitos como gente que saluda cada vuelta, uno se para a besar la bandera, todos te agradecen estar ahí. Este es el momentazo del espectador.
Van cayendo las vueltas, cada vez más calor, cada vez menos ritmo, cada vez más sufrimiento. Grandioso ejemplo. Última vuelta, llega Mildo, se le ve completamente feliz. Le ofrezco entrar con la bandera. Prefiere hacerlo solo. 30 metros antes de meta ya está levantando los brazos, con una sonrisa de oreja a oreja. Cruza la meta y nos asusta. La emoción ( y el agotamiento, imagino), no le dejan casi respirar. Abre la boca como un pez fuera del agua (querrá correr algo más?), pero se abraza a Pili, y al resto. Ya es un Finisher!!!
Al poco llega Lastra, feliz como una perdiz (él está preparando un ironman, o sea que esto debería ser solo algo más que un aperitivo), y unos pocos minutos después Guillermo, con una fuerza descomunal. Es el que más entero llega, con la conciencia del deber cumplido (creo que nunca había relatado haber entrenado tan bién, con tan pocas lesiones...). Se abraza a la emocionada Beti, y me deja impresionado al ser capaz de ponerse a estirar inmediatamente, subiendo la pierna hasta límites que yo ni soñaría, incluso después de un entreno normal. Me voy a por Jordi, que debe estar pasando un calvario en la última vuelta. Le veo a lo lejos, a falta de 2 km más o menos. Le grito, y en cuanto me ve se pone a trotar (eso es casta). No deja de hacerlo hasta la meta. Vamos charlando, lo que espero le haga menos complicados esos últimos metros. En meta Ana orgullosa de su maridín.
Luego me encuentro a Eduardo Estalella, que ha ido a hacerle fotos al Finisher Jorge, su hermano. Pero esa no es historia de este post. ENHORABUENA FINISHERS!!! y ENHORABUENA CAMI (futuro FINISHER) por embarcarnos en esta aventura!!!!

1er Maratón de Marcopolillo

CRÓNICA DE MI PRIMER MARATÓN. LONDRES 2008Me siento a escribir esta crónica una semana después de correr en Londres, con impaciencia porque tengo la impresión de que cada día que pasa va desdibujando sensaciones, y me gustaría ser capaz de retenerlas todas.Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas desde aquella Media Maratón de Madrid de 2004, en la que Guillermo y yo fuimos a animar por primera vez a Ignacio, Alfonso y a Luís, pancarta en ristre (¡¡¡¡ANIMO PAPAS!!!!, decía) y cargados de botellas de agua y plátanos (creo que llevaba para un regimiento…). Por entonces yo ni siquiera tenía zapatillas de correr.Desde entonces, le he animado en muchas carreras. A él y a quienes, gracias a esta locura tardía por hacer kms, se han convertido en una parte constante de nuestra vida: los runners. En todas ellas sentía una sana envidia por la satisfacción que se palpaba al acabar, cumplieran o no sus expectativas.No sé cuando me atreví a pensar por primera vez que algún día yo sería capaz de acabar un maratón, pero en Nueva York Alfonso me retó a fijar 2008 como objetivo y celebrar mis cuarenta años como hicieron ellos, y cogí el guante. Por entonces ya tenía zapatillas, pero tardaba una hora en recorrer los 7 km de la carrera de la Amistad!!Durante los dos años siguientes he disfrutado del orgullo gratuito que, al menos a mí, me daba el simple hecho de tener ese objetivo. Empecé a correr con cierta regularidad (aunque la regularidad no ha sido nunca mi fuerte): Un par de días entre semana, media hora en el Retiro, con Nacho (mi socio y probablemente el más sufridor en esta aventura) y a veces con casi toda la familia Barrutia (Cris y Paula).Los sábados en Valdelatas: Ignacio y los runners delante, yo asfixiada detrás, obligándoles a ir y venir constantemente por miedo a que me perdiera.Con ese bagaje, me fui atreviendo con carreras cada vez un poco más exigentes, la Carrera de la Mujer, los 10 Km de San Antonio, San Silvestre, 14 Km en la Universitaria, la ½ de Madrid, la 1/2 de Ámsterdam…Pero llegó 2008 y se acabaron las bromas. Com y Cami se encargan de darme el aviso final: o me pongo en serio de una vez o no seré capaz.El 10 de enero me apunto en la Escuela del Corredor y Eli me pasa el primer plan de entrenamiento. La disciplina, el orden y la mesura, no han sido nunca mi fuerte, pero el Maratón me impone demasiado y empiezo a cumplir a rajatabla sus indicaciones:Cuatro días de entrenamiento a la semana. Tres de ellos entre semana, viendo amanecer sola en el Retiro. Algunas veces aparece Nacho por sorpresa. He aprendido a disfrutar también del silencio, pero se agradece mucho la compañía. Las tiradas de fin de semana siguen siendo en Valdelatas: Ignacio, Alfonso, Mate, Cepeda, Pablito e Inma. Me encanta este plan!!!Cada semana el entrenamiento se hace más exigente. Unido a una vida de por sí bastante desquiciante parece un disparate. Nacho me sufre pacientemente en el estudio. Los días de entreno cada vez me siento más tarde a trabajar. Estoy más cansada y descentrada. Creo que le desespera, pero aguanta con paciencia y mucho respeto. Se lo agradezco mucho.De todas formas, lo llevo mucho mejor de lo que esperaba. Los runners de Valdelatas siempre hablan de que lo mejor de los maratones son los meses de preparación. Y sí, los estoy disfrutando.Ignacio está muy sorprendido. Creo que no confiaba en tanta fuerza de voluntad y la verdad es que yo tampoco. Durante las últimas semanas me acompaña en todas las carreras. Es un gusto que esté ahí.Corró la 1/2 de Getafe, los 15 km de Tres Cantos, llegan las tiradas realmente largas en la casa de Campo con Pili, Mayte y Cesar, la ½ de Fuenlabrada, la Clásica de Navafría…. Y ahora sí, estoy agotada….A dos semanas del Maratón mi cuerpo me avisa de que estoy llegando al límite. Ignacio y los veteranos me tranquilizan. Lo importante es haber llegado hasta aquí sin lesiones. Ahora todo el trabajo está hecho y solo queda descansar.Durante esas dos últimas semanas, aunque sorprendentemente tranquila, empiezan a asaltarme las dudas que supongo han estado ahí desde el principio, pero ahora ya no tienen vergüenza. A pesar de haber visto llegar ya muchas veces a Ignacio y a nuestros amigos, tengo la sensación de que un maratón es muy distinto en una mujer. Me da miedo no tener el amor propio, ni la capacidad de sufrimiento suficiente para no parar.Los últimos días empiezo a sentir las famosas mariposas. Leer las sensaciones de los que se estrenan en Paris una semana antes que yo (Pili, Mayte, Cesar, Pochola..) hace que se me salten las primeras lágrimas. También llegan repentinos tirones de última hora. Pánico premaratón.Ahí vamos. Viernes 11 de abril, 5 de la mañana, aeropuerto rumbo a Londres. Sueño y miedo. Se echa mucho de menos a todos los que se quedan!!!!El viernes y el sábado pasan rápido. Escucho todos los consejos que me dan y procuro almacenar los que creo me serán más útiles: “corre todo lo despacio que puedas, márcate un ritmo constante, no esperes a tener sed para beber agua, olvídate del tiempo, disfruta de la gente, no te confíes hasta la meta… “Recibo un montón de mensajes de ánimo en el móvil. Que gusto notar tanto envío de energía y como se os echa de menos!!!El sábado me acuesto cansada y rezando para dormir bien. Antes me despido de Guille e Ignacio (ya no los veré hasta la milla 9) y preparo la ropa en una silla. Me siento como un torero.A las 5 me despierta la alarma. He dormido de un tirón. Empezamos bien. Me visto y desayuno, pero las tostadas de cien mil cereales que tenía preparadas se me hacen bola y decido olvidarme del plátano. Bebo agua una y otra vez, estiro, hago abdominales y cumplo con cada uno de los ritos que los veteranos me han aconsejado. A las 6 llega el taxi que había reservado para ir hasta el hotel donde me esperan Alfonso, Luís , Nacho, Ángel y el resto de maratonianos que viajan con Marathinez.En mi línea habitual, he olvidado la dirección y el nombre del hotel, pero después de algunas indicaciones de lo más peregrinas y de muchas risas, el taxista (un tipo encantador) consigue llegar a nuestro destino.Ultimas fotos a la puerta del hotel. Susana y Patricia nos despiden al pie del autobús. Chistes de última hora y ahora sí, muchos nervios. En el trayecto del hotel a la salida mi pulsómetro sube 20 pulsaciones. Ahora me siento como un gladiador yendo hacia el circo.Llegamos a la zona de salida en Greenwich. Aún faltan más de dos horas para que empiece la carrera. Hace mucho frío. Vagamos por el parque haciendo fotos a Luís con todo tipo de personajes: Robin y Batman, Sijs, hombres globo, un tipo sin piernas…Me encuentro con otra española con la que corrí la ½ de Ámsterdam. Este es ya su tercer maratón desde entonces!!Voy al baño un millón de veces. Me quito y me pongo el forro otras tantas. Es como un parto: quiero salir ya y a la vez no quiero que llegue nunca el momento…Pero llega.Dejamos las bolsas con la ropa en los camiones. Luís Hita nos acompaña hacia los cajones. Los chicos se quedan en el cajón nº2. Despedirme de ellos trae el primer nudo en la garganta. Alfonso, Luís, Nacho y Ángel me abrazan fuerte. Mucha suerte!!!! y ahora sí, me quedo sola. Me meto en el cajón nº4. Hay un silencio nervioso. La gente mueve los pies en el sitio mientras toquetea el pulsómetro. Cada vez nos apretamos más. Me salgo hacia fuera para evitar la claustrofobia y sin darme casi cuenta, empiezo a rezar un Padre nuestro. Tengo que llegar y quiero llegar sonriendo.9:45. Los primeros salen con puntualidad británica. Yo atravieso el arco de salida un minuto y medio más tarde. Estoy feliz.Luis Hita me ha colado en el cajón de entre 3.30 y 4.00, así que me concentro para no embalarme con los demás. Me repito una y otra vez el consejo de Juan, (nuestra adquisición durante el vuelo desde Madrid, que resultó ser el marido de Nuria Roca): “sal todo lo despacio que puedas, que esto es muuuuuy largo…”Hay muchísima gente. Las tres primeras millas pasan sin que me entere. Voy como flotando. A partir de ahora habrá agua cada milla. Me acuerdo de Ignacio y su preocupación con eso y decido fijar que cogeré botella cada dos millas.Sale el sol y empiezo a pensar que probablemente me va a sobrar la camiseta de manga larga (Ingenua…). Me la quitaré un poco más adelante para dársela a Guille en la milla 9.Me adelanta muchísima gente. Yo sigo concentrándome en no subir de 140 pulsaciones. Voy mirando las caras de los que gritan desde la acera: esto es una maravilla!!!Alguien se pone a mi lado y me pregunta que tal voy: son dos chicos de Barcelona. Intercambiamos deseos de suerte y siguen para adelante. Ahora soy yo la que me acerco a un tipo con la bandera de España por bandana en la cabeza. También es su primer maratón.Me sorprende notar que apenas hay banderas como otras veces. Ni en el público ni en los corredores. Hay sin embargo mucha gente corriendo por una causa: neurofibromatosis, macmillian cancer, evelina´s children… cada grupo tiene su camiseta y sus grupos de animadores que se concentran en diferentes pubs a lo largo del camino. Me acuerdo de los niños de AFANIC y decido imaginarme que también están allí.Voy muy bien, el pulso no sube y las millas van cayendo fácilmente, pero recuerdo los consejos: “no te confíes, esto es muy largo…”Sin darme cuenta estoy llegando a la milla 9. Allí me esperan Miriam, Susana, Patricia Carmen y Guillermo. Ignacio no había decidido si estaría con ellas o en la milla 12.Justo al dar la curva que lleva a la milla 9 veo las banderas españolas y antes de que pueda ver sus caras oigo a Ignacio gritar ¡¡¡¡¡Adela!!!!!! Corro hacia él, está ya dentro de la valla, listo para venir conmigo. Veo a Guille que me mira con unos ojos enormes y corro a abrazarle. ¡¡¡Qué suerte poder tenerle aquí!!!! Otra vez el nudo en la garganta y las lágrimas que asoman. ¡¡¡Gracias chicas!!!Ignacio me coge de la mano y seguimos adelante. Le han dejado un dorsal y un chip a última hora y podrá acompañarme hasta la meta. Le cuento que voy muy bien. Sigo con pulsaciones entre 140 y 145. Me trae un plátano enorme, pero aún no siento hambre. Tengo la absurda impresión de que correr en millas es más fácil!!!Empieza a llover. Suave al principio, pero jarrea e incluso graniza un poco después. Se empiezan a hacer charcos que hay que tratar de esquivar. Y también empieza el dolor de cadera…Este dolor no lo conocía. Pienso que si no se lo digo a Ignacio y me concentro en otra cosa desaparecerá. Pero pasan 2 millas más y sigue ahí, así que se lo digo. Ignacio me dice que no me preocupe, que me van a doler muchas cosas, pero que no me harán parar. Creo que tiene razón, pero bajo un poco el ritmo por si acaso.Repaso mentalmente todos los mensajes que he recibido estos días y también cada día de entrenamiento. Vuelvo a rezar. Pienso en los niños, en mis abuelos y en la gente a la que quiero, que me está viendo aunque ya no esté aquí. Me vuelvo a llenar de fuerza. Está dejando de llover.Llegamos al puente de la Torre de Londres. Hay muchísima gente. Ignacio se adelanta unos pasos y empieza a mover los brazos pidiendo a la gente que anime más aún y se oye casi un rugido!!!! Otra vez se me escapan las lágrimas. No paro de sonreír. Estoy feliz!!Al llegar a la media nos cruzamos con los que vuelven ya por la milla 22. Parece que vuelan. Nos acercamos al lado izquierdo por si vemos pasar a nuestros chicos, pero es demasiado pronto. Vemos pasar al que terminó siendo el primer español que, igual que nosotros, lleva la camiseta de la selección. Adelantamos a un grupo de masais con sus lanzas, calzados con un trozo de cuero y cuerdas, el hombre plátano, una pareja vestida con lencería, un tipo con muletas y una sartén dando vueltas a una tortilla…La acera constantemente llena de gente. ¡¡Esto es increíble!!! Doy un mordisco al plátano, pero sigo sin sentir hambre.Las millas siguen cayendo. Ignacio me anima constantemente y me consigue agua o Lucozade cada 2 millas. Entramos en Canary Wharf. Llevamos los pies empapados. Mi cadera me sigue doliendo. Mucho, pero no más. De alguna forma tengo la sensación de que no va a poder conmigo. Llegamos a la 19, donde las chicas habrán visto por segunda vez a los demás, pero sé que no pueden esperarme o se perderán el 3ª punto. Aún así, nos pegamos a la izquierda y busco instintivamente una bandera. Y ahí está. Nos acercamos para recibir el ánimo de algún compatriota, pero son Guillermo y Rafa que acaba de aterrizar en Londres justo a tiempo para seguirnos. Me alegra tanto verlos!!!!!!! Mil gracias!!!!!!!Ignacio sigue animándome: Vas muy bien. Sólo cuatro millas más. La última no cuenta…Y siguen cayendo. Comentamos que Alfonso y el resto probablemente ya hayan llegado. ¡¡Ojalá les haya ido bien!!Seguimos adelante. A partir de ahora empieza el peligro, según dicen. Hace mucho rato que he rebasado el tiempo de mi entrenamiento más largo, pero me siento bien.Empieza a llover de nuevo. Ahora muy fuerte. Llegamos a Embankment en plena granizada. Doy gracias a Dios por haber seguido el consejo de Ignacio y llevar una gorra o iría dándome en la cara. Ya estamos casi en la milla 25, donde espero ver las banderas de España de nuevo. Busco y busco en cada metro de acera, pero no están. Llueve demasiado para estar esperando.Giramos enfrente del Parlamento y llegamos al parque. Ya estamos casi ahí y me doy cuenta que ya no hay tiempo para mazo, ni muro. Solo un poco más. Cada vez hay más gente. Al entrar en The Mall empiezan las vallas que impiden que la gente estreche el paso. Veo el cartel de 800m. Ya da igual la cadera. Ignacio deja que le adelante. Ahí lo tienes!!! Quiere dejarme entrar sola. Aprieto un poco. 600m. Ahora sí el nudo de la garganta es enorme y empiezo a llorar. Aprieto más. 400m. Me giro para ver a Ignacio que está justo detrás de mí. Me grita que siga, que está ahí y sigo. 200m. Casi no puedo respirar. Cruzo la meta y me vuelvo para abrazar a Ignacio que empieza a llorar conmigo. Lo he visto antes y sabía que la sensación era increíble, pero sentirlo dentro es otra cosa.Nos cortan el chip y recogemos la medalla. Nos hacen una foto juntos. Todos nos dan la enhorabuena. Ahora sí siento el frió. Llegamos hasta los camiones de la ropa tan ateridos que no soy capaz de abrigarme sin ayuda. Quiero llegar hasta Guillermo. Andamos tan rápido como podemos, que en mi caso, no es mucho. Empiezo a sentir lo que es correr 42 km.Hemos quedado en el 3º árbol, pero aquello está lleno de árboles!!! Por fin damos con ellos. Miriam, Patricia, Rafa y Guillermo siguen allí esperando a pesar de la lluvia. Abrazar a Guillermo me hace romper a llorar otra vez. El me mira algo asustado y creo que orgulloso, y ya no me suelta la mano hasta llegar al hotel. ¡¡¡ Sólo por esto hubiera merecido el esfuerzo!!!Cuando decidí correr un maratón, lo hice por envidia. Sana, pero envídia. Quería sentir lo que veía en la cara de Ignacio, de Alfonso, de Luis, de Nacho, de Cami, Mate, Manolo, Morita, Alejandro, Ander…Creo que también quería demostrarme que no es cierto que haya cosas que no puedo hacer, solo cosas que no me compensa intentar. Con el tiempo, el reto pasó de querer llegar a querer disfrutar el camino. He disfrutado mucho estos 42 km y todos los que he corrido hasta llegar aquí. He disfrutado de cada consejo, cada mejora, cada ánimo, cada compañía en los entrenamientos…Si además ha servido para ayudar a alguien….no sé que más puedo pedir.
Maratón de Londres. 13 de abril de 2008
4 horas, 43´, 42´´

lunes, 5 de noviembre de 2007

Agua, zancadas y reflexiones, por Mildo

Seis dias fuera de casa. De viaje por el levante que a nadie le gusta ver. El de la desgracia, el de la mala suerte, el de la falta de previsiones, de infraestructuras, de medios, o una mezcla de todo esto a la vez.
Seis dias de intensas idas y venidas de un lado a otro en el que mis zapatillas me han acompañado como testigo mudo y durante los cuales no se han atrevido ni a recordarme que había que entrenar, al menos mientras durasen las jornadas en Alicante y sus malogrados municipios, ya que ni el tiempo (el meteorológico) lo permitía, pues hasta la zona residencial donde se ubicaba el hotel en el que nos alojábamos tenía sus calles anegadas de agua, ni el tiempo (el que marca nuestro ritmo de vida) daba una hora y media de respiro en el que poder soltar piernas y reflexionar sobre lo vivido.

En Valencia, ya con más calma, mejor tiempo (los dos), y con la cabeza en otro tipo de preocupaciones, si es que era posible olvidar de un plumazo las caras con las que me había encontrado en los tres dias anteriores, pude salir a gastar suela.

Sobre las ocho de la tarde salí del Paseo de la Alameda, frente al Palacio de la Música, e inicié un suave trote por el antiguo cauce del Turia, ahora llamado Jardín del Turia y convertido en un hermoso parque, con todo tipo de adornos florales, instalaciones deportivas y rincones donde disfrutar de la lectura de un libro. Salí en dirección al primer puente: El de Aragón, y enseguida me puse a pensar en los ojos de esa mujer de Calpe que contaba a duras penas y sin saber por donde comenzar para dar más realismo a su vivencia, que lo había perdido todo. Todo significaba su casa, sus enseres, su coche, sus recuerdos, los de sus recientemente fallecidos padres, las esperanzas de un marido que hacía ocho meses estaba en el paro y que no sabía que hacer para que su hijo de tres años, que no quiere no oir hablar de volver algún día a su casa a la ribera de un monstruoso rio que inundó de agua, lodo y cañas su habitación, no la vea llorar más a cada momento. ¿Cómo explicarle que no ocurre nada? ¿Qué pronto volverán a casa y que todo será como antes? ¿A qué casa? ¿Y con qué? Sus ojos eran los de la desolación, la desesperación y el desconsuelo y yo era incapaz de mantenerla la mirada sin que me temblase la voz, cosa que no se produjo porque nadie me preguntó nada en ese momento.

El Puente del Mar, el de las Flores y el de La Alameda me regalaban un recorrido suave, llano, en el que yo saciaba mis ganas de correr, pero no por apetencia, sino por la necesidad de desconectar, pues el cansancio acumulado era mucho y yo necesitaba respirar un aire fresco, lejos de la lluvia, lejos de las desgracias de los demás, pero que tan hondo me había calado. Yo pensaba en ellos, pero poco se me ocurría que pudiese hacer, quizá los políticos puedan ayudar de forma eficaz, pero mas me preocupa la eficiencia pues ¿Cuánto tiempo há de pasar para que se vuelva producir algo similar? Es cierto que hay que reparar los daños inmediatos, a esta desconsolada mujer seguro que es lo que más le preocupa en estos instantes, pero una mejora de infraestructuras que palien de una vez por todas semejantes riadas es un seguro de vida. Un freno a la especulación inmobiliaria que nada entiende de los cauces naturales de los rios y un saneamiento y alcantarillado efectivo quizá sea lo que se merece quien cada vez que llueve de esa forma cruza los dedos.

Pero había mas. Esta vez era en El Verger, donde casi 350 litros de agua por metro cuadrado en dos horas habían arrancado casa enteras. No es que hubiese entrado hasta un metro o dos de altura, no, es que se las había llevado puestas, dejando en su lugar un lodazal. En las orillas se veía todo tipo de cacharros: Teclados de ordenador, cuadros, sillones, vajilla, señales de tráfico, vallas, puertas, y muchísimo escombro de las casas arrancadas, los margenes del rio se habían multiplicado por tres.
Una mujer el día de la lluvia salía con una escoba a barrer y achicar el agua que comenzaba a penetrar por debajo de la puerta de su casa, al abrir esta vió como el nivel del rio subía a ojos vista y corrió a llevar al primer piso de su casa a su anciana madre, pero era tarde. En cinco minutos mas el agua llegaba al techo de la primera planta y los esfuerzos de la mujer por arrastrarla hacia la parte mas alta no eran suficientes, la fuerza del agua y lo que arrastraba le produjeron diversos cortes y heridas en las piernas, pero lo que nunca olvidará es que no fue capaz de evitar que esa lluvia se llevase a su madre.

Pasado el Puente del Real el cielo se abría encima de mí, dejando ver las estrellas que auguraban el final de las lluvias torrenciales y la agradable temperatura apenas dejaba sentir la humedad que tanto acusamos al correr los de interior, las piernas estaban duras y no había forma de hacerlas disfrutar del recorrido, pero me había propuesto llegar hasta el Puente del Campanar en la confluencia con la Avenida de Pérez Galdós y regresar por donde había venido, recreándome esta vez en los detalles y sabiendo que al regreso agradecería haber salido a soltar piernas.

Ajeno, distante, el mundo continúa su marcha frenética, sin reparar en que lo que hoy toca unos cuantos nos puede afectar en un momento dado a cualquiera. Miramos para otro lado y seguimos con nuestra cotidiana. ¿Y qué otra cosa podemos hacer?

Vaya, ahora recuerdo que me tengo que comprar otras zapatillas.




Mildolores.
Octubre del 2007

Su carrera, por Mildo

Pistoletazo de salida. Allá van. Había llegado el momento de demostrar su valía, más que eso su trabajo, el esfuerzo de todo un año, su carrera.
Ahí, rodeado de sus amigos-rivales, con conocidos, compañeros y algún familiar en la salida, en la meta, por el recorrido, se sentía bien, todo se desarrollaba como había pensado que ocurriría. Todo menos ese nudo en la boca del estómago que no podía controlar.
Minutos antes había estado calentando con el ganador del año pasado, el que le ganó a falta de 800 metros finales con un cambio de ritmo impecable. Hablaban de lo típico, de cómo se encontraban este año y se contestaban lo habitual: que no tan fino, regular, no soy el mismo, este año no sé que me pasa… Lo normal, no hay que dar pistas al contrario, aunque ambos se conocían de sobra y a buen seguro que firmaban de buen grado repetir la carrera del año anterior.
Pero esta vez habían cambiado las cosas. Había otro. Un jovenzuelo de unos veinticinco que competía con no sé qué equipo que les iba a poner las cosas muy negras. Era muy complicado arrebatarle un más que presumible primer puesto, entonces el segundo y el tercero era en principio para ellos, a falta de sorpresas, pero por más que buscaban nadie inquietaba especialmente.
Quizá así era como debía ocurrir, pero hay que ser prudente, no se puede estar seguro de nada, salvo que estés hecho un hacha. Y ese no era el caso.
Los entrenamientos salían a duras penas, rayando los tiempos establecidos, con alguna pulsación más de lo esperado, sufriendo más de la cuenta. En Septiembre se encendieron las luces de alarma en un test previo que debía acercarse a lo que en un futuro inmediato iba a ser su estado de forma ideal, pues gran parte de la temporada estaba volcada en su carrera, pero cuanto más empeño ponía peor le iba saliendo. Sus piernas no respondían, no asimilaban, no le daban esa chispa necesaria para “hacértelo creer” un poquito, porque la parte psicológica también se entrena.
Aún así apretaba los dientes y seguía con lo marcado. Descansando convenientemente, rodando suave cuando se terciaba y esforzándose en las series, cambios, fartleks, pero no salía. Algo fallaba.
Y llegó el dia.
Después de una noche tranquila que incluso le sorprendió, pues dormir placidamente el dia previo a la gran cita en los años anteriores nunca se cumplió, se presentó casi dos horas antes dispuesto a hacer todo tan metódicamente como había preparado.
Tomó un café que le terminó de despertar y le entonó el cuerpo, leyó un poco de prensa y a falta de una hora comenzó a estirar suavemente.
Con el calentamiento fueron apareciendo caras conocidas, los rivales, los que no lo eran tanto, los responsables de los equipos, en fin, todos en sus posiciones, incluído el nudo del estómago. Ese sí que estaba bien posicionado. Pero él era la baza de su equipo, ahora más que nunca, puesto que era el subcampeón y debía defender su plaza. En estas todavía estaba algún despistado seguidor del equipo que le daba por vencedor del dia, aunque ese extremo los más avezados sabían que no se daría, por culpa del “nuevo”. Con que repitiese el segundo puesto…
Ánimos, palmadas, saludos, sonrisas, y el nudo seguía, el muy hijo de p…
¡Que presión! ¿Cómo se debe sentir un profesional en un campeonato importante cuando todo un pais te está viendo? No quería ni pensarlo, ahora no, bastante tenía con lo que se le venía encima, no podía fallar. Se lo debía a quien había confiado en él, a su mujer que le valía con lo que hiciera porque sabía de su enorme esfuerzo para tan poco beneficio, pero sobre todo a él mismo, su orgullo personal estaba en juego. Tanto había apostado.

De salida el “nuevo” puso tierra de por medio, querría impresionar, porque el ritmo no era tan apabullante, pero el caso es que se fue y le dejaron ir. Él sabrá, el recorrido es largo y duro. Detrás de él unos seis corredores apiñados pugnaban por abrir otra brecha en la que los más miedosos y dubitativos se cortasen, y a los más previsores les costase cazar posteriormente. En este grupo iba el rival del año pasado, tirando comedidamente pero sin pausa, debía ir a 3´15´´ aproximadamente, fuerte para el principio teniendo en cuenta el perfil, pero convenientemente controlado. Otro compañero de equipo y él. Los demás se cortaron en el primer repecho y así transcurriría hasta el final. Cosa de cuatro. O de tres porque al primero ya sólo le vieron de lejos.
En la segunda vuelta estuvo la clave. El ganador del año pasado en el momento más duro sacó su garra y de un certero golpe se marchó en pos de la cabeza de carrera, o de un segundo puesto que en ese momento se le antojaba suyo. No había más que oir respirar a los dos miembros del otro equipo, sobre todo a él, que iba fuera de punto a todas luces.
Se resistieron unos cuatrocientos metros pero decidieron que era mejor dejarlo, estaba muy fuerte y quizá su error había sido dejar tantos metros a la cabeza de carrera.
Cantado estaba que la guerra entre “hermanos” iba a ser por el tercero.
Él ya lo imaginaba antes de empezar e incluso hubiera firmado ese tercero sin pasar por el calvario por el que estaba pasando. Un inoportuno flato le iba fastidiando un ritmo cómodo en el que instalarse, no encontraba el paso adecuado, e incluso inmediatamente después del hachazo del rival notó como su compañero pasaba por su momento más delicado pero no lo aprovechó. Más que nada porque no tenía armas con que atacar. Una vez más faltaba gasolina. Había que impresionar y acobardar pero sin hacer mucho gasto, a ver si se recuperaba antes de que fuera demasiado tarde.
Se dieron pequeños relevos y no tentaron a la suerte antes de pasar por el tramo más duro de la última vuelta, entonces había que jugársela. Con una fugaz mirada se batieron en duelo sabiendo que uno de ellos iba a quedar en nada, en ese inmisericorde cuarto puesto. Faltaba poco más de un kilómetro y había llegado, ahora sí, la hora de la verdad.
Ahí estaba todo un año con muchos, muchísimos kilómetros, horas de esfuerzo, de dedicación, de mimo, repleto de toda esa madera que caracteriza a los que poblan cualquier carrera popular. Gente que por afán de superación, amor propio y mucha afición hacen de la carrera algo muy suyo, algo mágico, algo personal. Y eso ocurría, que era algo personal con esa carrera. Su carrera.

Primero comenzó su compañero con un ataque directo, un cambio de menos a más, de los que piensas que debes soltar en dos zancadas más. Lo mantuvo bien durante unos doscientos metros, él se pegó a su estela y resistió la embestida, apretando los dientes y sintiendo como el corazón se le salía por la boca. Ahora le tocaba en turno, esperó que el ataque perdiera intensidad, momento que no llegaba, y cuando consideró que la energía del primero bajaba le devolvió la moneda. Un cambio todo lo fuerte que pudo, era el momento, ya olía la meta e incluso veía como entraba el segundo clasificado.
Su pestañeo se volvió lento, como si no quisiera ver por donde iba ni cuanto le faltaba, apretaba los ojos hasta que decidió abrirlos y mirar de reojo a su amigo y a la vez adversario. Ahí estaba, no lo había soltado y todavía le quedaban fuerzas para contraatacar.
Esta vez fue definitivo. Cogió unos metros insalvables y el mundo se le vino abajo. No había más. No quedaba carrera. En sesenta metros se le iba todo el esfuerzo de un año.

Sonrió al sentirse liberado. El nudo del estómago había desaparecido.
Se subió las gafas a la cabeza y traspasó la línea de llegada con una sonrisa amarga.
Pensó que no era cuarto, sino que había perdido.
El año que viene otro tendrá la responsabilidad. Pero el año que viene él volverá a pelear por un puesto en el cajón.